viernes, 24 de julio de 2009

La vida diaria en la Época Colonial


Productos que venían de España
“Quise hacer relación de las cosas que de España se han traído a estas provincias de Chile porque en ellas hay muchos melones y muy buenos, y muy buenas coles y lechugas y rábanos y cebollas y ajos y zanahorias, berenjenas y perejil y acelgas y cardos y lentejas y garbanzos, habas, mastuerzo y anís, cilantro y albahaca, hinojo, ruda, pues mostaza y nabos han cundido tanto que en los campos no hay otra cosa, y hierba buena infinitísimo por los campos… Plantas de España hay viñas y en ninguna parte de las Indias se ha dado tan buena uva como en esta tierra; hácese muy buen vino. El primer hombre que lo hizo en esta tierra fue un vecino que se dice Rodrigo de Araya y asimismo fue el primero que trajo vino a esta tierra. Hácese ya tanto vino que basta para esta gobernación y que pueden proveer a otras partes”.
(Jerónimo de Bibar. Crónica y relación. Años 1539-1558)

El arte de “poner la mesa”
En el siglo XVIII “se rivaliza, también en el arte de “poner la mesa”, con elegancia y opulencia. Alternan las vajillas de plata y los servicios de pedernal (loza inglesa), de Talavera o de la China. Hay mayor complicación en los utensilios, aparecen soperas, ensaladeras, mostaceros, pimenteros, azucareros, mantequeros, pocillos de China para el chocolate, platillos para el café. Se usan servilletas de mano, de Damasco o de alomancia”.
(Eugenio Pereira Salas. Apuntes para la Historia de la Cocina Chilena. Ed. Universitaria. 1977. pág 52)


Menú nortino típico del siglo XVIII
“Un historiador de Coquimbo ha fijado la siguiente minuta como la típica del siglo XVIII nortino:
a)Hervido con caldo y toda clase de verduras, en que campean las lonjas de charqui frescal, con el hueso redondo, que al día siguiente iría prestado a las modestas familias de la vecindad para mejorar la sopa.
b)Nogada de gallina negra catalana.
c)Corvina asada bajo rescoldo de arena, envuelta en hojas de col, bañadas en mantequilla.
d)Camarones de río, con pebre de ajo.
e)Pavo o capón, con ensalada de apio, lechuga, rábano o tomate.
f)Cordero asado al palo, con salsa picante de tomate chino y manzanas y camotes cocidos”.
(Eugenio Pereira Salas. Apuntes para la Historia de la Cocina Chilena. Ed. Universitaria. 1977. pág 56)

La alimentación de los indígenas
“Por las Tasas sabemos que en el siglo XVI y XVII los indígenas recibían como alimento cada día una ración de trigo y maíz y una libra de carne los domingos, y cada semana medio celemín de maíz para que hagan chicha. En el siglo XVIII, las condiciones habían mejorado, y por ejemplo, los trabajadores de las estancias de los jesuitas recibían mejor alimentación, pues los reglamentos fijaban que: los días que trabajaren en casa se les dará de almorzar, comer y merendar, como se acostumbra; y para medio día, se les haga siempre una olla de maíz y carne; los días de pescado, con algún seco y legumbre; y a los oficiales se les dará vino, como suelen, y a los que trabajen en casa algunas veces. Pan, como se ha hecho, y a todos se les dará, las Pascuas y fiestas principales alguna carne para ellos y sus mujeres e hijos como se ha acostumbrado siempre”.
( Eugenio Pereira Salas. Apuntes para la Historia de la Cocina Chilena. Ed. Universitaria. 1977. pág 60)

Repostería colonial
“A las privilegiadas manos de las monjas debe también la repostería colonial los dulces de papilla y de hueso. Envolviéndolos en espesas almíbares trabajaron los diminutos duraznitos de la Virgen, y otros un poco mayores que se llaman de san José. De los membrillos de un agridulce muy grato que llaman corchos, cocieron en las grandes pailas de cobre, el dulce de membrillo y las jaleas. De la leche hervida, armada con canela y vainilla, obtuvieron el manjar blanco; del limón sutil y los coquitos de palma, fabricaron deliciosa confituras”.
(Eugenio Pereira Salas. Apuntes para la Historia de la Cocina Chilena. Ed. Universitaria. 1977. pág 42)

La casa colonial
“La casa de tres patios respondió muy bien a las características de la vida colonial en base a espacios que establecen tres tipos de actividades.
El primer patio era la parte pública, pavimentado con piedras del río y rodeado de aceras de losas, donde las piezas circundantes se ocupaban para guardar los productos del campo o eran arrendadas cuando daban a la calle, usándose la solución del pilar de madera o piedra en la esquina para mejorar la relación con el exterior.
El segundo patio era la parte privada, en que las habitaciones estaban reservadas para uso exclusivo de la familia y recibir las visitas; patio con corredores y jardines geométricamente trazados con una fuente al centro y macizos de plantas que daban sombra durante el día y llenaban la casa de suaves olores al caer la noche.
El tercer patio era la zona de servicio, con los cuartos de los empleados, la cocina y despensas y el que a menudo se prolongaba en el huerto rodeado de muros, donde estaban el rancho de los temblores, el gallinero, los frutales y patronales”.
(Patricio Gross, Arquitectura en Chile. Depto de Extensión Cultural del Ministerio de Educación. 1978, pág 31)

El convento de las Agustinas
“Al principio (de la calle Agustinas) se extendía el convento desde esta calle hasta Moneda, pero luego agregaron una manzana más, siempre entre Bandera y Ahumada, llegando hasta La Cañada.
En torno a siete patios estaban las celdas, varias de ellas con cocina y criadas para el servicio; era una verdadera ciudadela.
Durante el siglo siguiente, el 17, crecieron aún más en riquezas e influencias: dueñas de Tobalaba y Huechuraba, además de otras chacras, recibieron el influjo del ambiente externo; atendiendo a niñas necesitadas de educación-colegios de la época, allí enseñaban a leer, tocar guitarra, danzar, dirigir una casa, los evangelios,…
De la guitarra se pasó a las castañuelas y la bandurria, y a las fiestas con sonoros petardos y fuegos artificiales que iluminaban el cielo, y al gozo del chocolate batido, las mistelas, barquillos, tortas de huevo mol y alfajores rellenos de manjar blanco”.
(Miguel Laborde, Calles del Santiago Antiguo, El Mercurio y el Patrimonio Urbano de Santiago, 1987, pág 25)



Castigos recibidos
“Una determinada conducta que en un español se castigaba con multa, suponía para un mestizo, mulato o negro, pena de azotes en público o incluso cuando se imponía multa, se establecía la exhibición del reo en la picota. Si a un comerciante español se le imponía, por ejercicio de comercio prohibido, la pena de 20 pesos y la confiscación de las mercancías, los indios, negros mulatos y mestizos eran castigados con 50 azotes complementarios y el extrañamiento durante 4 años”.
(Konetzke, citado por Osvaldo Silva en Familia, matrimonio y mestizaje en Chile colonial, Serie Nuevo Mundo:
Cinco Siglos, Universidad de Chile, 1990, pág. 17)

Viaje de Valparaíso a Santiago
“Para trasladarse de una a otra ciudad los viajeros más esforzados utilizaban el caballo, que les permitía hacer el trayecto con mayor rapidez. Otros preferían el birlocho, más cómodo, más lento, y mucho más caro.
El birlocho era de dos ruedas y tenía asiento para dos personas, que apenas quedaban protegidas del sol y de la lluvia por un toldo de fuelle. Era tirado por dos caballos, en uno de los cuales montaba el postillón. Los baúles y petacas se acomodaban sobre mulas, que junto con seis o siete caballos de remuda seguían al birlocho guiados por un peón. …
La subida de las cuestas era algo penosa y ofrecía serios peligros. Para mayor seguridad y dar vigoroso impulso al vehículo, el capataz enganchaba su caballo a la pértiga mediante un cordel que amarraba a la cincha de la moldura. Al llegar a la cumbre se ponía detrás del vehículo y pasaba el cordel por el eje de las ruedas para frenar el descenso….
Al caer la noche el paso era lento…Los viajeros sumidos en sus asientos, bien envueltos en ponchos, recibían en el rostro el frío nocturno…”.
(Sergio Villalobos, Imagen de Chile Histórico, El álbum de Gay, Editorial Tradición, Santiago 1967)


Un rancho campestre
“La pieza principal, la única verdaderamente amoblada y que sirve generalmente a la vez de cocina, de comedor, de cuarto de trabajo y de dormitorio, no contiene de ordinario sino una mesa pequeña, pero muy sólida, algunos bancos o sillas cubiertos a veces con una alfombrita o con pellones, algunas malas imágenes de santos en las paredes o alguna estatuita de la Virgen bajo un fanal de vidrio; y en el fondo un catre de madera blanca llamado cuja, con uno o dos colchones, y cortinas, o bien un simple marco de madera con tablas atravesadas sobre el cual se extiende un de buey más o menos bien cosido para sostener el colchón….
Por la noche la pieza está alumbrada por una vela, y en muchas partes por un candil, que es un platillo lleno de grasa en medio del cual nada la mecha. Las noches se pasan de una manera harto monótona; las mujeres ocupadas en preparar la cena y los hombres sentados en la parte exterior de la casa en el verano, y en invierno en la cocina tratando de cosas insignificantes y a veces sin decir palabra. A la oración, toman su mate…. y después todos arrodillados rezan el rosario haciendo coro a una persona respetable que dice la oración. Terminada ésta, cenan y van inmediatamente después a acostarse para levantarse temprano”.
(Claudio Gay, citado en: Sergio Villalobos, Imagen de Chile Histórico, El álbum de Gay, Editorial Tradición,
Santiago 1967)

Vendedores en las calles
“Desde temprano en la mañana las calles cobraban animación con su trajín de vendedores gritando sus mercancías en forma ininteligible o conversando entre ellos.
Podían verse los productos del campo pasar hacia las pulperías a lomo de mula o de caballo. Algunos muchachos, cabalgando a la grupa, llevaban delante, en equilibrio sobre el caballo, pedazos de bueyes cortados en cuartos y corderos partidos por la mitad…
Las mulas conducían grandes cajas de curso con rejillas, en las que se apretujaban las aves con su cacareo soñoliento. Frutas, huevos, mantequilla, queso, verduras y un cuanto hay, era conducido sobre bestias de carga…
El agua para la bebida no era fácil de obtener y era necesario estar alerta al paso del aguatero que puntualmente recorría su clientela…
Otro personaje importante era el vendedor de pasto, que sentado sobre su carga…No existía aún la costumbre de secar el heno y de venderlo aprensado, por lo cual se vendía el pasto verde y recién cortado. Este era un buen oficio, pues los caballos abundaban en la ciudad…”
Entre los vendedores ambulantes se contaban también el heladero, el brevero, el velero, el dulcero y el lechero.
(Sergio Villalobos, Imagen de Chile Histórico, El álbum de Gay, Editorial Tradición, Santiago 1967)

Las Tertulias
“No había casa de tono donde la familia no se dispusiese a pasar una alegre velada que se prolongaría hasta las once o más tarde (estas reuniones comenzaban en la noche después de la comida) …. Algunos parientes y amigos íntimos llegaban con toda confianza y entre conversaciones y cumplidos iba surgiendo la alegría.
Los sirvientes traían bebidas refrescantes, aloja y mistela, que los dueños de casa y las niñas de la familia ofrecían amablemente a sus visitantes. Si alguien deseaba mate, y era seguro que todos lo querían, se preparaba en el gran bracero de plata o bronce que en medio de la cuadra servía para dar calor al ambiente.
Los caballeros, luciendo pelucas empolvadas y trajes de colores más o menos vivos…conversaban de las últimas novedades: una real orden enviada por el gobernador en calidad de urgente, el estado de guerra en Europa, que hacía peligrar la navegación y el comercio, la enfermedad del provincial de la Merced, etc. Las señoras, en cambio, sentadas sobre cojines en el estrado, cuchicheaban sobre el traje de la Mariquita o la tertulia de antenoche donde los Cotapos.
Siempre eran vistas con buenos ojos y mejor apetito las bandejas con huevos chimbos, las cajitas con dulces y los bizcochuelos y ollitas de las monjas Claras y Rosas.
Las niñas no se hacían rogar para tocar un poco de música, acompañándose principalmente del clavicordio y del arpa. Sus voces, tenues pero afinadas, daban mayor alegría al conjunto y las parejas salían airosas ensayando los primeros pasos de una danza.
(Sergio Villalobos, Imagen de Chile Histórico, El álbum de Gay, Editorial Tradición, Santiago 1967)

Las Diversiones
Había fiestas de gran lujo que se celebraban en algunas oportunidades en la casa de gobierno, al estilo español. Se llamaban saraos y sólo asistían los más importantes vecinos de Santiago, con invitación especial del gobernador.
Había también diversiones populares que se organizaban en la plaza, para celebrar una fecha importante: la llegada de un nuevo gobernador o el cumpleaños del rey de España. Se practicaban juegos bien entretenidos: algunos eran competencias, como el palo ensebado.
Se engrasaba un poste que tenía en la punta un premio, casi siempre una bolsita de monedas. Los que querían cogerla tenían que trepar el palo, pero esto era muy difícil, porque se resbalaban en la grasa.
También había carreras de ensacados: competencias entre unos corredores que metían sus piernas dentro de sacos. Mas bien tenían que avanzar saltando para no enredarse.
Los niños se divertían jugando a las bolitas, a encumbrar volantines con los primeros vientos de septiembre y también mirando funciones de títeres que se daban en la plaza.
(Sergio Villalobos R., Marta Finsterbusch, Historia de mi país, Editorial Universitaria, 1995, pág 74)


Un día en el siglo XVII
“Toda la familia se levantaba temprano e iba a misa, aún en los días en que no era fiesta de guardar. De regreso de la iglesia, se tomaba desayuno. Enseguida se atendían los negocios hasta las dos de la tarde, la hora de la comida. Ya no se salía a la calle hasta las cinco o seis de la tarde, después de levantarse de la siesta. Entre estas horas la ciudad presentaba un aspecto desierto, que llamó mucho la atención de los viajeros. A eso de las seis, empezaban a reunirse los vecinos para conversar en las tiendas o zaguanes de las casas. En verano se tomaba el fresco en las veredas. Los niños iban a la escuela y merendaban entre ocho y nueve de la noche para que pudieran rezar sus oraciones y acostarse temprano. Los adultos cenaban entre diez y once de la noche…”
(Francisco Antonio Encina, Historia de Chile, Tomo VII, Capítulo XXX)

1 comentario:

  1. Hola, buenas madrugadas. Al parecer este es un blog para aprender, al contrario del mio... jaja
    Bueno, cuidate, que estes bien, saludos.

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